El rey de Castilla manda a sus caballeros a Toledo. Todo eran fiestas
de bienvenida, pero la gran fiesta era el día previo a la marcha de los
caballeros a la guerra. En esta fiesta, la protagonista era Doña Inés
de Tordesillas, una bella mujer que tenía enamorados a todos los
hombres, pero sólo dos estaban en el buen camino para conseguir su
corazón. Estos dos se llaman Alonso de carrillo y Lope de Sandoval, que
destacaban sobre todo por su rendimiento. El día de la ceremonia, Doña
Inés. Se dieron cuenta que tendrían que batirse para conseguir el
corazón de esta dama; buscaron durante toda la noche un lugar donde
poder llevar a cabo el duelo. Encontraron al fin un cobertizo alumbrado
por una luz, donde se encontraba un Cristo y debajo una calavera. Los
caballeros rezaron una oración y se dispusieron a luchar, pero cuando
desenfundaron las espadas la luz se apagó. La volvieron a encender,
volvieron a desenfundar y… la luz se apagó de nuevo. Esto ocurrió varias
veces hasta que al final sonó una voz que envolvió a los caballeros en
el mas profundo de los miedos. Tras esto, se dieron cuenta que el señor
no quería que ese duelo se llevara a cabo.
Decidieron que Inés
debía elegir y se dirigieron a un balcón dispuestos a seducirla. Pero
cual fue su sorpresa al descubrir a Doña Inés despidiéndose de su amado.
Su primera reacción fue echar mano a sus aceros y matar a aquel hombre,
pero después se lo pensaron y soltaron una carcajada que hizo eco
precipitando la despedida de doña Inés.
Al día siguiente, en el
palco de despedida, se encontraba entre las damas de honor doña Inés,
que estaba intranquila temiendo que la carcajada hubiese sido causada
por la muerte de alguno de los caballeros, pero se tranquilizo al
descubrir que entre las filas que marchaban se encontraban los dos
caballeros sanos y salvos.
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